13 de noviembre de 2017

A veces veo banderas

Por todas partes
Yo juré bandera. No se enteró nadie pero la juré. Aquel domingo, el campamento donde hice la mili estaba lleno de amigos y familiares de los reclutas, que venían a disfrutar del espectáculo. Yo en casa no dije nada porque les importaba incluso menos que a mi.
Me recuerdo horrorizado esperando mi turno para desfilar alrededor de la enorme esplanada hasta la bandera. Y es que, además del respetable público, había allí unos cuantos jefes militares con la potestad de encerrarme en el calabozo de por vida.
Estaba ridículo con aquel uniforme tres tallas mas grandes que la mía y que me había negado a arreglar como protesta. Ahora tenía que salir de esa guisa a la pasarela y nadie lo vería como un gesto de rebeldía. Aunque eso no era lo peor. Mi nulo espíritu militar y patriótico me impedían gestos marciales. ¿Cómo iba a llegar dignamente hasta la bandera?
Marujita Diaz vino a salvarme. Cuando salía yo a la palestra, la banda se arrancó con Banderita tu eres roja, banderita tu eres gualda que yo relacionaba con los shows de Maruja. Y ahí si, ahí me vi yo de boy de revista cruzando el escenario con singular donaire. Me llegan a tocar El novio de la muerte y no lo cuento.
Pero a lo que iba: ¿Hay muchas banderas por todas partes o soy yo?


6 comentarios:

Esti dijo...

No eres tú, es una epidemia, espero que no sea contagiosa. A mi barrio también ha llegado, aunque en forma de bandera extraña con cruz llena de volutas (y no, no es la bandera asturiana) y en forma de bandera pirata.

Muy fan de tu historia y de tu momento marujil en vez de marcial.

U-topia dijo...

No eres tú, hay muchas banderas, mucho balcón abanderado por todas las partes. La que has encontrado tú tiene su gracia.

Me encanta cómo resolviste ese momento tan trascendental de la jura de bandera. Seguro que desfilaste divino, pese a las tallas de más del uniforme.

Abrazos.

Uno dijo...

ESTI, en esos balcones las he visto piratas, blancas, gays... ¿has visto la de Pachá (o como se llame eso ahora)? Es mas grande que la de la plaza de Colón. Si, un banderón de España. Mi barrio está llenito de ellas. Esto si que no se lo perdono a Puigdemont.

U-TOPIÁ, afortunadamente el exceso de tela ocultó el ondulante meneo de mis caderas y logré hacer el recorrido ileso. Fué como triunfar en Broadway.
Qué te voy a contar a ti de banderas. Lo malo es que los de las esteladas han despertado a los abanderados de todo el pais.

ABRAZOS PARA LAS DOS




carlos dijo...

Estupendo el relato de un momento crucial en tu historia y además de dar la vuelta al ruedo te debieron conceder la oreja del cabo furriel. Ondean las telas al viento, mostrando el sentimiento de todos que a la hora de pagar impuestos se desean residentes en el extranjero. Tú que viajas- ¿Me puedes confirmar si aún queda algo de extranjero libre? Un abrazo

Uno dijo...

CARLOS, el extranjero ya no es lo que era. A la vuelta de cada esquina aparece un tipo hablando alguna de nuestras lenguas (es lo que nos pasa por tener tantas)y descafeinando el concepto.
Un abrazo

Joaquinitopez dijo...

Sí, esa horterada de Banderita ha salvado muchas situaciones
Sí, hay demasiadas banderas, o lo que es lo mismo, demasiadas fronteras. Las físicas son las de menos