Cara y cruz
En mi mente Carnaval no se relaciona con
Brasil, ni siquiera con Cádiz. Carnaval va asociado a Sitges. Allí
disfruté de carnavales muy locos cuando estaban prohibidos en casi todas
partes.
Al llegar estas fechas siempre me vienen recuerdos de Sitges.
Viví un Sitges post adolescente de gueto de playa gay con hamaca 24 horas. Un Sitges de Pachá, adelantándome dos décadas a la fusión de géneros. Un Sitges nudista cuando los trenes paraban en la Playa del Muerto para regalar insultos a los “maricones” y a cambio recibían cantazos. Hice cola en sus discos esperando a las 00:01h del domingo de resurrección para poder bailar sin caer en el pecado. La paradoja es que sin la posibilidad de desfogarte en las pistas, en semana santa no paraba uno de pecar.
No he pasado en Sitges muchas vacaciones propiamente dichas, han sido mas bien escapadas, a menudo desde Barcelona, junto a Joan, un amigo muy querido. Cuando el murió dejé de ir a Barcelona porque no me gusta tocar ahí donde me duele.
El destino quiso que, con el tiempo, volviera a Sitges para acabar una historia de amor que había durado muchos años.
Los malos recuerdos se imponían como para pensar en volver. Pero Sitges siempre sabe como hacer que regreses y desde hace unos años ha puesto a mi disposición un apartamento que aprovecho esporádicamente. Durante el festival, algunas navidades... No he vuelto al Carnaval.