Oh là, là, la normalité!
Una vez estuve invitado en
uno de los grandes hoteles de La Croisette aunque, si no conoces Cannes, el
nombre del hotel te lo situaría en la categoría hostal con baño en el pasillo.
El Hotel Martínez, como
otros grandes hoteles de la ciudad, tiene su playa privada. La han dividido en
pequeños corralitos separados entre si por una pequeña vallita de tablas. En
cada cubículo resultante, el espacio justo para dos hamacas y una minúscula
mesita que las separa. Un pasillito de tablas a ti te permite acceder a la
playa y a los camareros acercarte el champagne. Si, hay servicio de camareros y
de toallas. Las del hotel no sirven, estas de la playa se pagan aparte junto
con el alquiler del corralito, el champagne y las ostras. Ser huésped del hotel
solo te permite poder acceder a este lugar privilegiado.
Como te digo, yo estaba
invitado y eso incluía todos mis gastos pero no duré en esa playa ni diez
minutos Qué angustia estar encerrado en tu parcelita junto a otros afortunados encerrados en las suyas sin
poder moverte. Salí pitando en busca de otra playa menos privada donde poder
practicar la Fraternité.
Esto viene a colación de
la Nueva Normalidad y los planes que veo en la tele de parcelar las playas e
incluso panelar el espacio que ocupa cada cual.
Yo ahí no voy ni regalao.