¿Qué hay que hacer para
pertenecer a ese club?
Me recuerdo haciéndome ya
esta pregunta, siendo aún muy joven. Atravesaba la ciudad en coche de una
reunión a otra y descubría, aquí y allá, entre mis prisas y los atascos, gente
sentada al sol o paseando con parsimonia en horario laboral.
Ser muy pobre o muy rico, me respondía yo. Pero no parecían ni lo uno ni lo
otro. Tampoco eran demasiado jóvenes o demasiado viejos como para no trabajar.
Solo una cosa parecían tener en común: se lo habían montado mejor que yo.Son los que se tocan las narices. Aparecen con el sol. Sobre todo si tu estás currando.