Las
plantas, son cosas de urbanitas.
He
llegado a esta conclusión a través de la observación empírica de la realidad
rural. Por ejemplo, vas a la casa que se han comprado tus amigos en un pueblo y
es muy fácil encontrarla: es la que tiene árboles y floreados arbustos.
Los
del campo son del campo pero no tanto de plantas. Impresionan esos pueblos en
medio de la llanura sin un solo árbol en su skyline, o como se llame el
panorama de pueblo. Algunos
pueblos castellanos carecen por ello de lo que denominamos temperatura a la sombra.
Recuerdo,
en un pueblo, un paseo por el campo con un autóctono en el que el lugareño se
agachaba cada tanto a arrancar una plantita de un tirón mientras decía: un
alamillo….otro alamillo…con una frialdad pasmosa.
Del mismo
modo he observado que hasta en las aldeas mas pequeñas, en cuanto pueden, convierten
un tramo de la carretera a la salida del pueblo en una especie de paseo. ¿Con
árboles? No, con muchas farolas. La pregunta es ¿quiénes son los verdaderos
amantes del cemento? Después de los concejales, quiero decir.