Madrid-Alicante
Los viajes en tren que mas recuerdo son los de los viejos
tiempos en los viejos trenes.
Como para olvidarlos. Un Madrid-Alicante duraba una etenidad.
Subíamos al tren al caer la tarde y llegábamos al amanecer de la mañana
siguiente. Una largo viaje hacia la noche
amortiguando, con tus propias nalgas, el tracatrá del tren.
Bien es cierto que esa velocidad te permitía asomarte a la
ventana y disfrutar de una suave brisa que acariciaba tu rostro. A la velocidad
del AVE el huracán te volaría la cabeza.
La incomodidad de los asientos y el comentado tracatrá no
ayudaban a dormir. Tanto insomnio y tanto tiempo eran una mezcla explosiva que
propiciaba el amor.
Me acuerdo de una señora francesa que me hizo ojitos y mi
abuela tuvo que ponerla en su lugar. Y eso que no nos vió echando un cigarrito.
Que esa es otra: se podía fumar.
¿He mencionado ya lo del tracatrá? El tracatrá, como su nombre indica, era un
ruido pero además venía acompañado de un meneíto que ponía cachondo a
cualquiera.
¿A ti no? A ver si va a ser que tenía 16 años.