Pepe.
Un superviviente.
A principios de los 90 fuí a hacer un trabajo a Christchurch, Nueva
Zelanda. Al otro lado de la bola. Cuando el trabajo acabó, los colegas
neozelandeses nos invitaron a todo el equipo a una cena en el único restaurante
español de la ciudad. Ahí conocí a Pepe, el dueño.
Pepe, en dos palabras, era Alfredo Landa. Ese español que a los
veintitantos y en pantalón campana, conoce una australiana en Benidorm y se va
detrás de ella.
Durante la cena, Pepe, nervioso y ágil, se movía sin parar de un lado a
otro de la larguísima mesa atendiendo a todo el mundo. Animaba la cena con sus
ocurrencias y el modesto local con música española. Había organizado un menú
español entre comillas del que se justificaba con nosotros, los españoles: el
cabrito no era cabrito, las angulas no eran angulas...Allí el único auténtico
era él.
Aparte del buen negocio que estaba haciendo se le veía encantado de tener
allí a unos paisanos.
Para no extenderme demasiado te diré que la cena acabó en fiesta y Pepe y
yo solos de madrugada en una barra. Casi solos porque nos acompañaba Kathy, una
colega local que iba detrás de Pepe. Pero el español ya estaba en la fase de
los de Tudela y solo quería hablar conmigo de cosas de hombres. Y de España. De
hecho me hablaba en español pasando de ella, echándome el brazo por encima del
hombro. Tanto es así que temí que me cantara una soleá. Y es que le dió
nostálgico: España y lo que había follado en esta vida eran el tema
basicamente.
Yo puesto de machaquito hasta el culo y con un exlegionario colgado al
cuello hablándome de sexo, me temí lo peor. Pero entonces pronunció el nombre
mágico:
- Ay, chaval, me dijo, y
pensar que a mi me desvirgó Paca la Coja!
Con esta bendita costumbre que tenemos los madrileños de no preguntar a
nadie de donde es, yo a esas alturas de la copla aún no sabía de donde era Pepe
pero, Paca la Coja... Tenía que ser mucha casualidad. Asi que me aventuré y le
dije:
-¿Paca la Coja, la de Cuatro Caminos?
Me miró como el que ve a dios. Se le saltaban las lágrimas. Me dió un largo
abrazo.
Yo empecé a sentirme incómodo porque los camareros que no entendían el
contenido altamente heterosexual de nuestra conversación empezaban a mirarnos.
Finalmente Pepe me agarró la cara con las dos manos y a dos milímetros de
mi boca me dijo apestando a JB:
-¡No me digas que tu te has follado a Paca la Coja!
El madrileño había llegado a Nueva Zelanda después de pasar diez años en
Sydney. Cuando se divorció de la australiana se fué a Christchurch a empezar
por enésima vez una nueva vida. Esto de empezar una nueva vida le había llevado
a Ceuta de legionario, a Benidorm de camarero, a Australia de gigoló y a Nueva
Zelanda de restaurador y animador local.
Pepe tiene que estar bien. Es un superviviente nato.
Mas de 200 personas han muerto el mes pasado en el terremoto de Christchurch del que a penas nadie se ocupa en
los medios. Qué lejos nos queda Nueva Zelanda.