27 de febrero de 2020

Aquí, a ver Madrid

 
¿Qué hay que hacer para pertenecer a ese club?
Me recuerdo haciéndome ya esta pregunta, siendo aún muy joven. Atravesaba la ciudad en coche de una reunión a otra y descubría, aquí y allá, entre mis prisas y los atascos, gente sentada al sol o paseando con parsimonia en horario laboral.
Ser muy pobre o muy rico, me respondía yo. Pero no parecían ni lo uno ni lo otro. Tampoco eran demasiado jóvenes o demasiado viejos como para no trabajar. Solo una cosa parecían tener en común: se lo habían montado mejor que yo.
Son los que se tocan las narices. Aparecen con el sol. Sobre todo si tu estás currando.

22 de febrero de 2020

Extrapola Mari Carmen


Señales
Que vayas a desayunar al bar de abajo y te encuentres con esto no puede ser casual. Ese servilletero sentenciándome implacable desde el mostrador como Cesar en el circo...
Esto tiene que significar algo, me dije, y, bueno, no es.

Acababa de anular unos billetes por un quítame allá ese Coronavirus. En 15 días tenía una cita en un quirófano y el primer capítulo de la 5ª temporada de Outlander no había podido ser mas decepcionante. ¿Qué mas podía pasar?
Y en eso que en el bar, entra La Patiño.

Todo es susceptible de empeorar. ¿Es que nadie lo ve? Las señales son clarísimas. Junto a mi, en la barra, se lo oí a una de las funcionarias del café de las 11: -Extrapola Mari Carmen.

10 de febrero de 2020

Negro panorama desde el salón de te.


La opinión pública.
Las señoras que meriendan en los cafés de mi barrio lo tienen muy claro: todo está fatal.
A nadie le va bien. Y menos en los negocios. Claro que peor les va a ir cuando huya el capital.
-El otro día en El Corte Inglés se cayó una bombilla.
- Ya te lo decía yo: esto se hunde.
Ellas, por si acaso se ponen moradas de pasteles antes de que nacionalicen Embassy. O lo que es peor: que llegue el racionamiento.
- ¿Qué estás alarmada dices? Eso no es nada: ¡van a volar el palacio real!
La cantidad de material con el que vuelven de la merienda. La de desastres y malos augurios que contar al servicio, al taxista y a todos los que queramos escucharles o no. Porque a ellas no las calla nadie. Aunque el bar, la tienda o el autobús estén hasta arriba, ellas proclaman el fin del mundo alto y claro. Hacen su opinión pública.