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17 de noviembre de 2018

Donde esté un puerto...


Hamburgo
Esa añoranza de un mar que no tenemos, que se nos supone a los madrileños, en mi caso tiene la forma de un puerto, nunca de una playa.
Y para puerto, el de  Hamburgo. Disfruté visitándolo como un guarro en una charca. Esta sobredosis de paisaje industrial fue un subidón que meses después no he olvidado.  No solo me parece hermoso, me parece inspirador. Veo en el óxido y las gruas arte, aventuras, peligro, corporaciones que dominan el mundo, espionaje, hombres que huyen de su pasado, veo a Marlowe y a Maigret. Veo a Mondrian, a Chillida. A Bond y a Gloria Graham. ¿Quién da mas?

 











16 de mayo de 2018

La hamburguesa cuando besa


Si, quiero
La boda, en la calle, con tanto corredor en calzoncillos al rededor, desmereció un poco. A quién se le ocurre poner la meta de la maratón junto al Palacio de Justicia. Yo confiaba en que la novia hiciera un novia a la fuga y saliera pitando hacia la meta pero no me quiso dar esa foto.  
¿Quieres casarte con este?, le preguntó el oficiante. Ja, dijo ella.


6 de mayo de 2018

El que no corre, vuela

 
Hamburgo
La semana pasada volé a Hamburgo y, como viene siendo habitual en las ciudades que visito, me montaron una maratón. Yo se lo agradezco igual pero correr no corro. Eso si, hago dos o tres millones de fotos y me pongo tan contento como si lo hubiera ganado. ¿Quién lo ganó? No se, pero seguro que era negro.
Todo fue muy festivo aunque te confieso que cuando supe de la carrera, por un momento, me alarmé: salir corriendo y Alemania juntos me transportaron al telediario del que andaba huyendo.











3 de mayo de 2018

Que no pare la música


Hamburgo
Conseguir entradas para la Filarmónica del Elba quizá sea posible, no digo yo que no, pero en las fechas que me ofrecían es muy probable que mi estado de descomposición no me permitiera asistir al concierto.  Visto el panorama (espléndido el que se ve desde el edificio de Herzog & de Meuron) probé suerte con el concierto de los Beatles en el Club Indra que les vió nacer. Allí el problema era que el último concierto lo dieron en 1960. ¿Me vine abajo? No, me dije ¡que estás en Alemania, tío! Y me fui a la Ópera con Fidelio el de Beethoven.