15 de noviembre de 2017

¿Te acuerdas de cuando había público?


 
Ya solo hay followers.
Importa mas el número de seguidores de un artista en la red que sus éxitos profesionales. De hecho el número de followers es la auténtica medida del éxito.
Ha desaparecido el aplauso. Todo son likes. Un toma y daca interminable. Un derroche de amor, cuánta locura.


They love me. And I love them for loving me and they love me for loving them and we love each other (Roxie Hart)

6 comentarios:

carlos dijo...

Uy que final más bien todo. Creo que formaba parte de una canción de moda y amor. Los seguidores son la triste medida del éxito en la actualidad, aunque creo que lo más interesante pasa por escribir para uno mismo. Un abrazo.

Esti dijo...

¿Quién ha conseguido ese aforo tan repleto?
Me encanta la canción que has añadido al final. Bueno, en realidad creo que me gustan toooodas las canciones de "Chicago".

El Deme dijo...

No hay nada como el patio de butacas de un teatro (con toda la emoción, respiración, tensiones y palpitaciones que pululan a diestro y siniestro).

U-topia dijo...

¿En serio? No lo puedo creer, con lo emocionante que es el aplauso y lo bobo que es un me gusta con el que no da tiempo de tocar ni una palma.

Un abrazo.

Uno dijo...

Pienso en esos actores, deportistas, escritores... profesionales destacados cuyo excelente curriculum a menudo se olvida para destacar su número de seguidores en las redes. Y eso, a pesar de que es sabido que, en esos universos estratosféricos, las redes las manejan empresas expertas. No puede ser de otra manera pues, a veces, es en esa legión de seguidores donde está su verdadera fuente de ingresos.
Eso, si Putin no decide intervenir.
Un abrazo

Uno dijo...

ESTI, es la sala verde de los Teatros del Canal. Representaban "La omisión de la familia Coleman" de Tolcachir.
Vi Chicago por primera vez en Broadway, en 1975.Lo protagonizaban dos monstruas absolutas: Gwen Verdon y Chita Rivera (si, con tal de dar envidia no me importa dar pistas sobre mi edad)
A Chita la volví a ver en un mano a mano con Liza Minelli a la que se comía con patatas (hay que decir que Liza andaba drogata perdida y había suspendido la función los dos días anteriores)y luego en "La mujer araña" donde,a sus 200 años, escalaba una enorme red hasta el techo del enorme escenario. Ahora que lo pienso, soy su follower.

DEME, usted lo ha dicho. Las sensaciones de las salas son parte importantísima de la liturgia de la celebración del teatro. Valga esto también para el cine.

U-TOPIA, las prisas están acabando con el mundo que conocimos. Claro que de eso ya hablaba el cine de Tati en los 50.

ABRAZOS PARA TODOS