5 de octubre de 2018

El Botín


No es el Guggenheim.
El Centro Botín reúne la colección de arte de la Fundación Botín, de la conocida familia de banqueros. Llego justo cuando ha terminado una exposición(Dalí) y aun no han montado la siguiente(Cristina Iglesias). Muy mio. He visto pues solo la colección, parte de ella supongo, porque el museo no es muy grande. No me ha vuelto loco.
Si que me ha gustado mucho el edificio del Centro, obra de Renzo Piano. No es el apabullante Guggenheim de Bilbao ni va a cambiar la percepción que tenemos de la ciudad. Por el contrario es un edificio pequeño, amable que parece que ha estado allí toda la vida. Es un edificio abierto a la ciudad, un mirador, un café. No se que pensarán los santanderinos pero a mi me ha gustado mucho.
Mirando al mar desde su azotea me preguntaba yo si Botín es un nombre apropiado para la colección de un banquero.



5 comentarios:

Santy Trombone dijo...

Pues yo pienso que no, que lo de Botin suena fatal... ademas personalmente me viene a la mente la cara de ese señor banquero con esa calva ta fea y esa mirada tan turbia y siento hasta miedo...

Esti dijo...

¡Pero si es perfecto! Apellidarse "Botín" te obliga o a ser pirata o a ser banquero.

carlos dijo...

Creo que a Botín Santander se le quedó pequeño y por eso el arquitecto tuvo que añadir ese costoso saliente sobre el mar. ¿O sería para descargar el velero bergantín? Un abrazo.
Hay una foto que me ha encantado.

Uno dijo...

CALAMARIN, ¿verdad que suena un poco descarado? Claro que tantos reparos como tenemos nosotros no debe ser cosa de banqueros.

ESTI, pues yo pudiendo ser pirata ni lo dudo.

CARLOS, muchas gracias, sea cual sea esa foto. Quizá sea que partiendo de ese nombre se buscó la inspiracion en lo bucanero.

ABRAZOS PARA TODOS

El Deme dijo...

El Centro Botín te ofrece por 4 euros la posibilidad de ver 8 retratos de una colección Botín particular y unas performances horrorosas de objetos revueltos en mitad de sus salas que deben de querer decir algo. Por supuesto, nada de fotos dentro. El acopio de un terreno que debería ser para el disfrute público en una institución privada clama al cielo.