6 de noviembre de 2015

Mi hermosa lavandería

Coladas para el recuerdo
En mi rabiosa juventud hubo un momento en el que ligué mucho en la lavandería. Vivía en Londres, el único sitio donde un español pobre no tenía lavadora en casa.
Esa espera, ese cigarrito… Quizá fueran los efluvios del blanqueador, el meneo del centrifugado o cierto descaro en la forma de oler los gayumbos para comprobar el perfume del suavizante… No se, pero todo respiraba amor en aquel local.
Hoy no están de moda las lavanderías pero entonces no había película indie que se preciara que no tuviera una en alguna escena. Había lavanderías en la publicidad, en el porno…
Todo esto viene a que me ha dicho el técnico que tengo que cambiar la lavadora y me pregunto si no estaré perdiéndome algo.

8 comentarios:

carlos dijo...

Al contrario de aquello que dicen los sociologos, que siempre hay que compobarlo, el dictamen de los técnicos casi siempre es acertado. Reiterado sufridor que me considero del universo artilugial, me atrevo a preguntar: ¿Cuántos años de servicio cumple el doméstico? Si se cuentan por decenios, no merecerá la pena reparar. Una turca de Telefunken y no me puedo quejar. De la limpieza. Un abrazo.

deWitt dijo...

Tú también eres de los que huele la ropa para comprobar el efecto del suavizante? Yo creo que he heredado esto de mi madre. La recuerdo quitando la ropa y oliéndola antes de doblarla...

Jamás he ido a una lavandería y es una pena porque me parecen escenarios perfectos para casi todo. Muy Isabel Coixet.

Abrazo

Uno dijo...

CARLOS, me ha dejado tirado después de 15 años de relaciones, ¿te lo puedes creer?

DeWITT, Siiiiii...El género lavandería es muy Coixet. Me viene a la memoria la imagen de la típica lavandería cutre americana y Lili Taylor.


ABRAZOS PARA LOS DOS

El Deme dijo...

Me encantan los planos cinematográficos de las lavanderías desde el interior de la lavadora, enmarcando en círculo la imagen de los actores y observando desde dentro como la van llenando o vaciando, según el elemento dramático necesario.

Moisés dijo...

Creo que las lavanderías forman parte del imaginario anglosajón que han exportado magníficamente a través de las películas y series (Coixet es la excepción latina, aunque bebe de las mismas fuentes). El amor en un lavandería es algo similar al grunge, a Winona Ryder con una camisa grande de cuadros en Reality Bites, a Kurt Kobain en un escenario lleno de velas montado por la MTV o a la pija y romántica inestabilidad juvenil de los 90. Hummm déjame adivinar, ¿lavandería en la calle Hortaleza? Dime que he acertado...

Un abrazo.

PD: Estoy intentando contactar contigo, pero, Uno, eres de lo más innacesible... Un email, un mensaje, un algo.

Uno dijo...

DEME, es muy típico el plano que comentas desde el tambor hacia fuera. Me gustan esos planos imposibles para según qué pelis.

MOISÉS, si, has acertado. Se ve que vas mucho a la Iglesia de San Antón. Te he mandado un e mail.
Un abrazo

Luna Llena dijo...

No me gustaría tener que ir a lavar mis cosas a una lavandería, pero si dices que se liga........

Abrazos!!

Uno dijo...

LUNA, hay que socializar y no tener miedo a lavar los trapos sucios.
Un abrazo