30 de abril de 2020

Confinado. Día 49.


Insoportable.
La gente llevaba el pelo mas largo de lo habitual. El pelo crecía sin control desvirtuando looks, a veces trabajados durante toda una vida.
Los hipsters parecían hippies al no poder hacerse arreglar la barba todas las semanas. A muchos jóvenes y a todos los futbolistas les habían vuelto a crecer las cejas. Estaban dejando de parecerse a su madre.
El color natural del pelo se abría paso poco a poco entre los tintes. Las españolas dejaban de ser rubias. Las canas de ellos ya no crecían solo en las sienes. Salían en las cejas, en el bigote… Los pelánganos crecían en las orejas de los ancianos.
En la penumbra del confinamiento la naturaleza humana salía a la luz. La verdad se hacía insoportable. Tuvieron que abrir las peluquerías.

Solo se me ocurre otro oficio con mas acercamiento social y tocamientos.



10 comentarios:

El Deme dijo...

De pequeño, me cortaba el pelo mi prima. Cortarse el pelo era una tarea doméstica, podría ser que volviera esa actividad a las casas, hay unas maquinillas maravillosas (si tienes quien te lo corte, que esa es otra).

Uno dijo...

DEME, tengo una maquinilla y alguien que me lo corte. Hubiera preferido alguien capaz de interpretar mis indicaciones con mas arte. Pero tengo lo que tengo y es lo que hay. Después de todo cuando salgo de casa, con la mascarilla, nadie me reconoce.

carlos dijo...

La certeza se impone, con el paso del tiempo, el pelo huye para refugiarse en lugares inesperados, justo adónde no llegan las manos, ni alcanzan las ganas.
O sea que, en efecto, las cejas se llena de canas y la cabeza de malas ideas.
Una boina es cómplice de la peluquera.
Un abrazo.

Uno dijo...

CARLOS, ojalá me sentara bien la boina. Ahora que no se si se puede calificar de complice de la peluquera o competencia desleal.
Un abrazo.

U-topia dijo...

No te creas para esas necesidades han ido apareciendo remedios y anuncios para animarte al riesgo.
Creo que se me ocurre el otro oficio...

Un abrazo.

Uno dijo...

U-TOPÍA hay que desconfiar siempre de la pérfida publicidad que manipula nuestros mas bajos instintos.
Al "otro oficio"creo que le dan luz verde en la tercera fase pero solo para los de 55 en adelante que no sobrepasen la edad de riesgo. Y a la hora de la siesta. Los catalanes solo los martes.
Un abrazo

Esti dijo...

A mí el confinamiento me ha pillado con harina y levadura en casa, además de ron y tinte de mi color. Me siento millonaria, Amancia Ortega de la vida.

Uno dijo...

ESTI, confinada previsora vale por dos. Amancio a tu lado no es nadie. Seguro que ni levadura tiene.
Un abrazo

Ikana dijo...

Aprender a ser peluquero es difícil, pero nosotros, que los que nunca se lo han podido permitir, lo llevan de lujo

Uno dijo...

IKANA, no hay mal que por bien no venga